viernes, 28 de febrero de 2014

Castillo de naipes




Hoy me levanté decidido a olvidarte, un tanto difícil por dónde empezar. La botella de vino a medio llenar de la noche anterior coqueteaba insistente como tú nunca lo hiciste. La puerta del baño entreabierta me reclamaba que hay rutinas que cumplir. La cafetera esperaba, como de costumbre, mis manos temblorosas. El vacío de tu ausencia me miraba con hostilidad, como si me estuviese culpando de tu abrupta y furtiva partida. Nuestra foto, entonces felices, sobre la mesa del sofá, me acordó que tuvimos un pasado más afortunado. El gato maullaba hambriento deseando más que yo tu regreso mientras el bullicio de la calle me aseguraba que se me había hecho demasiado tarde para sincronizarme con el frenesí de la prisa citadina. Algunas de tus cosas insinuaban traviesamente que volverías; una tanga color purpura tendida triunfalmente sobre la cortina de la bañera, un pintalabios sin tapa sobre el peinador, un libro de poemas sobre la mesita de noche, y un osito de peluche sobre la cama, el que te regalé en nuestro primer San Valentín, ese mismo que destripaste la primera madrugada que llegué borracho. Mis piernas trémulas y velludas ya se empezaban a amotinar contra la estreches del apartamento, en donde llevaba ya una semana confinado luego de haber perdido mi empleo… justo los días que llevo sin verte. El alboroto de mi vecina increpando al marido terminó por espantar la tierna armonía mañanera de mi apartamento, arruinándome los propósitos de ponerme a leer tu poemario de cabecera, intentando descubrir el porqué de tu afición a ese tal Pablo Neruda. Afuera me esperaba el caos caluroso de una ciudad secuestrada por hipnotizadores vestidos de vendedores ambulantes,  magos desempleados sobreviviendo como carteristas, pedigüeños sindicalizados, peatones enrabiados y choferes selváticos. El timbre del teléfono me resucita la alegría, sin duda eras tú para decirme que lo sentías, que me extrañabas, que regresabas… porque me amabas, sin embargo una voz unisex me intimaba a pasar cuanto antes por el banco a pagar el atraso de mi tarjeta de crédito. Ahora es el timbre de la puerta y ejecuto una cabriola circense… ¡lo sabía!, entonces me estrujo los ojos para removerme las legañas antes de abrirte… pero detrás de esa puerta, en lugar de tu carita angelical, aguardaba el rostro orangután del casero para decirme que me daba 24 horas para pagar la renta, de lo contrario, que hiciera maletas. Estrello furioso la puerta en sus narices, viendo mi mundo desmoronarse cual castillo de naipes, contigo más ausente que nunca, porque tu aroma, al igual que mi esperanza,  ya empezaba a desavaharse.

Enrique García Jorge,

La Romana, 26 de julio de 2013.

lunes, 17 de febrero de 2014

Viajero...

Si tan solo pudiese hacerme tan diminuto como para poder hacer un viaje sin regreso hacia el cosmos de tu cuerpo. Conquistarlo… civilizarlo. Que tu aroma sea la brisa que respire, que tus sudores sean los arroyos donde me baño, y me limpie de viejas penas de amores fallidos; entonces sería el único lugar en el universo en donde la soledad es un privilegio, un deleite… un éxtasis eterno... 
--Enrique García Jorge--



Ser amante...

Un amante es aquél que ha descubierto en tu cuerpo terrenos tan eróticamente recónditos que incluso tú desconocias. Un amante es ese quien bajo las llamaradas del deseo se funde contigo en un solo cuerpo que late, gime y respira al mismo ritmo. Un amante es ese ser clandestino que aprovecha la complicidad de la noche para, con suaves susurros al oído, socavarte para arrastrarte hacia los rincones más lascivos y lujuriosos de su guarida secreta!!!

Cuentos "La cabeza" de Néstor García Castro, mi padre...

“Vivir para ti significa vivir sólo una vez. Da algo tuyo a los demás y así jamás morirás” Así reza una de las máximas que aparecen en este libro escrito en ese entonces por quien años más tarde sería mi padre. Ahora que ya no está con nosotros, es que me doy cuenta de la irrefutable verosimilitud de aquella conclusión. Néstor García nos dio ese algo, y ese algo es precisamente este libro, el cual, cada vez que lo leo, es como si estuviera escuchando su inconfundible voz de timbre diplomático con la cual aprendí tantas cosas. Si alguna vez alguien me preguntase cómo era mi padre, le respondería que lo recuerdo como un auténtico Quijote del siglo XX, habitante de su propio mundo y actor de su propia historia. Su mirada de bohemio siempre tuvo una tonalidad melancólica. Sus arranques de sabiduría eran tales que en algunas ocasiones llegaron a amenazar con conocer los misterios del universo. Su caminar apacible se dejaba rebasar conforme por la prisa citadina, tal vez porque en su calma sólo buscaba entre la turbulencia del d
ía la musa para su próxima obra. -Enrique García Jorge-

Narradores del mundo: 38 escritores latinoamericanos en un solo volumen...



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El precio de los sueños

Mis últimas lecturas: El precio de los sueños, Enrique García Jorge

Mis últimas lecturas: El precio de los sueños, Enrique García Jorge: Dice la contraportada del libro, en boca del poeta José López Larache, “la literatura dominicana tiene en el escritor Enrique García Jorge a...